Por: Pedro Antonio Mateo Ibert.
El mesianismo viene derivado de la palabra Mesías, que en el judaísmo hace referencia, tradicionalmente a un futuro líder, un rey judío proveniente de la línea davídica, es decir, un descendiente directo del David bíblico, quien será ungido y por consiguiente el ungido del pueblo de Israel e investido para gobernar.
En el mundo cristiano se conoce como Mesías a Jesús de Nazaret, quien, según el Profeta Isaías en las Santas Escrituras, fue enviado por Dios como su hijo a redimir al mundo del pecado en que había sido sumido por los hombres antes de la Era Cristiana.
Jesús era un hombre humilde, que se dejaba llegar de todo el mundo, por eso, a pesar de haber sido el ungido por Dios, nunca se creyó que eso le daba la potestad de estar por encima de los demás seres humanos, y tampoco ejerció su poder en la tierra para que los demás sintieran que él era inalcanzable.
Más aun, Jesús de Nazaret fue tan sencillo que odiaba la opulencia y el egocentrismo de aquellos que se creían que la riqueza y el color de la piel los hacía más grandes que los demás. A pesar de ser un verdadero Mesías, porque vino a salvar al mundo y a guiarlo por el buen camino, Jesús de Nazaret murió por nosotros crucificado y no mostró grandeza por sí mismo, todo lo contrario, su humildad lo ha hecho un ser eterno entre los que hoy habitamos la tierra.
Otro Mesía que conocemos a través de la historia es el profeta Mahona, considerado como el salvador del mundo por los musulmanes. En esta religión se considera a Mahona como el enviado de Dios para salvar al mundo; pero no el Dios de la trilogía Padre, Hijo y Espíritu Santo, sino el Dios Alá, cuya Biblia o libro sagrado es el Corán.
Entre Jesús de Nazaret y Mahona hay una coincidencia, y es que ambos practicaron la humildad y el amor por el prójimo, pues a pesar de ser lideres de masas, con una encomienda tan grande como la de salvar a la humanidad del pecado, no se pusieron esa grandeza en la cabeza y no pensaron nunca que ellos eran seres humanos inalcanzables.
De la palabra Mesías es que ha derivado el Mesianismo, pero con una diferencia conceptual mal interpretada. Mientras Mesías significa ser ungido para gobernar (elegido por Dios), el Mesianismo no es más que eso, ejercer la función de Mesías de su pueblo, gobernando para todos los ciudadanos con humildad y sencillez.
¿Dónde reina la confusión? En que hoy en día se considera Mesías a aquella persona que todos tienen que andar detrás de ella, porque representa al pueblo y lidera una misión, sobre todo cuando se trata de la misión de gobernar una población grande o pequeña.
Como dije anteriormente, el mesianismo es ejercer la función de gobernar para guiar a la población (religiosamente hablando), confianza en un futuro mejor y en la solución de problemas sociales mediante la intervención de una persona, en la que se pone una confianza absoluta.
Como podemos observar, el mesianismo no es ser inalcanzable, sino alguien que, como Jesús de Nazaret y Mahona, guiaron a su grey con sentido humano y se convirtieron en lideres eternos.
En el siglo XXI no podemos seguir confundiendo el significado ni la función de un Mesías, ni distorsionar el significado de la palabra Mesianismo, pues considerarse pluscuamperfecto e inalcanzable, más que convertir a un líder en Mesías, lo aleja del sentir de su pueblo.
Un Mesías tiene que estar al alcance de todos aquellos que le admiran, y también de los que no le tributan admiración, pues está demostrado con Jesús de Nazaret y con Mahoma que mientras más alta sea la distinción, la sencillez apremia y es buena consejera.
El autor es Abogado, Periodista y Profesor Universitario.